La carretera que parte desde Puente Almuhey hacia el santuario de la Virgen de la Velilla atraviesa el magnífico valle del Tuéjar. Se trata de uno de los parajes naturales más impresionantes de la montaña oriental leonesa, que combina sutilmente los bosques con los prados y los huertos de verduras y frutales. La carretera atraviesa Taranilla y se adentra en el territorio de los pueblos del Valdetúejar. A la entrada de Renedo se esconden entre la maleza los restos del palacio de los marqueses de Prado, y en la plaza encontraremos las pequeñas torres que formaban la entrada, hoy acompañada del rumor de la fuente.
Un poco antes de La Mata de Monteagudo nos desviamos hacia el santuario de la Virgen de la Velilla, que espera en un rellano a medio camino de la cima de la montaña. Rodeada de robles, hayas y acebos, la tan venerada Virgen de La Velilla tiene el privilegio de residir en un lugar realmente hermoso.
Esta veneración parece remontarse a los primeros años del Reino de León. Sabemos que hacia el siglo X había una ermita dedicada a Santa María de Vallulis -de los Valles- en el lugar donde hoy se asienta el santuario y que San Guillermo de Peñacorada fundó un monasterio en sus inmediaciones. Los siglos posteriores trajeron la ruina y el abandono al lugar, hasta que en 1470 surge la leyenda y el milagro.
Se cuenta que, en aquel año, el hidalgo Diego de Prado, que vivía con su mujer en La Mata de Monteagudo, encontró entre las ruinas de la ermita los restos de una Virgen de madera que escondió en su casa. Pero, años después, su esposa cayó enferma y él, recordando la imagen, ofreció erigir un nuevo templo a cambio de su curación. Concedido el milagro, la familia de los marqueses de Prado, cumplirá, años después, la promesa.
El santuario empezó a erigirse en 1615 bajo la dirección de Domingo Lastra, que diseñó un sólido edificio de planta de cruz latina y una sola nave. Las obras, que se prolongaron durante todo el siglo XVII, lo dotaron también de una original torre octogonal y un pórtico lateral abierto a la explanada meridional. En el interior el retablo mayor barroco, con el trono de Santa María, precede a un vistoso camarín con tres altares y tres retablos, situados en el lugar donde según la leyenda tuvo lugar la aparición milagrosa. En el exterior aparece la escultura de Santiago Matamoros en una hornacina.
El santuario fue declarado Monumento Nacional en 1982 debido a su calidad artística y la popularidad de sus romerías. Desde el domingo de Pentecostés hasta el cinco de octubre, día de San Froilán, el patrono de León, las gentes de los alrededores se congregan cada año para rendir culto a la Virgen.
El santuario destaca en medio de la montaña debido a la solemnidad de su arquitectura barroca.
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